lunes, 28 de diciembre de 2009

Miedo

El corazón me late con fuerza, tanto que tengo la sensación que en cualquier momento llegaría a atravesar mi propio pecho. Todo está a oscuras, pero una luz azulada casi fantasmagórica me permite ver con claridad dónde me encuentro. Estoy contra la pared, acurrucada justamente en la esquina de la habitación. A mi derecha, hay unas escaleras que suben al piso superior el cual está abandonado. Y justo enfrente, el ascensor y el pasillo que lleva a la entrada de mi casa.

Siento una presencia que me encoge el alma. Me cuesta respirar, es como si aquella extraña energía pudiera estrechar mis pulmones. Está en el ascensor, puedo sentir su fría aura.
Tengo miedo.
Quiero huir, quiero gritar; pero soy como una marioneta la cual no tiene fuerzas para moverse por sí sola. Un golpe metálico me devuelve ante la realidad que estoy viviendo. Dos personas intentan protegerme de mi agresor, pero las tumba con suma facilidad.
Estoy perdida, es mi final me digo una y otra vez.

Clava su fría mirada de hielo en mí. Siento que puede matarme simplemente con esos ojos. Sus rasgos son finos y sus cabellos cortos y rubios no me recuerdan a nadie. No sé quién es. No conozco de nada a mi agresor y por desgracia empuña una navaja. Sorprendentemente, yo también tengo una en la mano. En un último intento de supervivencia, alzo el cuchillo y lo muevo nerviosamente intentando alejarle de mí. Cierro los ojos, temerosa de lo que se cierne sobre mí y maldije el momento que decidí abrirlos. Aquella mirada estaba a pocos centímetros de mi cara.

Ya no puedo gritar. Mi voz es acallada.

Y al fin despierto de aquel mal sueño.

martes, 24 de noviembre de 2009

Otro punto de vista

Alu mira a su alrededor, y se siente diminuta entre toda aquella maquinaria. El estruendo de los metales le perturba e incómoda. Entonces, aparece junto a ella un ser de su mismo tamaño; una rata de laboratorio caracterizada por un pelaje grisáceo. Ésta le hacía señales indicándole que le siguiera por un recorrido dinámico parecido a unas escaleras mecánicas. Alu se siente confusa ante toda aquella situación, pero la verdad se revela ante ella cuando se mira a sí misma reflejada en un espejo que se encuentra a su derecha. Ella también es una rata de laboratorio.

Ahora entendía por qué se sentía tan confusa y perdida. Aún así, tenía claro que no podía quedarse en aquel lugar, a pesar de su condición debía seguir adelante y buscar una salida en aquel extraño laberinto metálico. Su compañero que parece aún más decidido que ella, recorre con agilidad el primer tramo de placas dinámicas. Tras unos segundos de indecisión, Alu se lanza en la dirección en que lo ha hecho su amigo y sin problemas consigue atravesar el primer tramo. Con orgullo, decide seguir su camino. Nada podía interponerse entre ella y su libertad.

Tarántula roja

Iba caminando por la calle perpendicular a su hogar. Por el camino, una molesta tarántula se movía su alrededor agitada, llamando totalmente su atención. A pesar de ser tan inferior a Alu, ésta evita por todos los medios pisarla. Aquel arácnido negro y rojo le recordaba algo y quizás por ello eludía constantemente la posibilidad de dañar la. Aún a pesar de los esfuerzos de la joven por no herirla, aquel ser seguía corriendo entre sus pasos interfiriendo en su paseo.

Un tanto molesta, al final decidió cogerla. Se agachó y con las manos tanteó la zona para poder atraparla. Entonces ágilmente, la alza cual pluma caída pero cuando alcanza cierta altura la tarántula se transforma en un perro labrador negro que Alu rápidamente reconoce. Es su mascota, una mestiza de labrador muy cariñosa y tranquila. La acaricia como puede, pero sus brazos se cansan con facilidad. La deja cuidadosamente en el suelo, pero nada más tocarlo vuelve a su forma original; la tarántula negra y de pelaje rojizo.

La joven retoma el camino, pero aquella criatura vuelve de nuevo a las andadas. Corre alrededor de sus pies, interfiriendo en cada paso que la joven decide tomar. Poco a poco su paciencia se va agotando y cada vez siente menos compasión por aquella molesta criatura.

La puerta de madera

La joven se encontraba cerca de la costa. No sabía exactamente dónde, pero podía oler desde su posición la fragancia del mar mientras a lo lejos se podía oír un pequeño murmullo que para ella resultaba relajante. Tras dar un par de profundas respiraciones, Frisix se acercó a ella con una gran sonrisa en la cara y le cogió ambas manos levantándolas un poco.

- He conseguido el trabajo – el joven desbordada felicidad por los poros de su piel – y además tú también podrás trabajar conmigo.

Alu miró hacia un su izquierda buscando las palabras adecuadas para no apagar aquella alegría. Conocía el trabajo y sabía que no encontraría nada mejor, pero decidió ser sincera ya que sabía que aquella cualidad le gustaba a él.

- Lo siento. Pero me gustaría trabajar en algo de lo que he estudiado. – dijo mientras le soltaba las manos.

Tras aquellas palabras Frisix se alejó en busca de consejo de Mom mientras Alu se quedaba quieta en medio de la gran plaza blanca observando lo que ocurría. No sabía porqué pero se sentía triste y apagada. No tenía ánimos para hacer absolutamente nada, era como si algo hubiera absorbido toda su energía y tan sólo hubiera dejado restos dentro de un débil recipiente. Cansada de ver como Frisix la oteaba en busca de alguna señal o indicio para poder hacer desaparecer aquel aire taciturno que la dominaba, decidió dar una vuelta por la ciudad blanca.

Bajó una calle cercana y llegó a lo que sería el paseo marítimo de aquella ciudad. Tras bajar unos pequeños escalones se quedó parada frente a una familia que jugaba con unos pequeños triciclos. La familia, compuesta por dos niños pequeños y un adulto pedaleaban con energía mientras simulaban que estaban dando cerrados giros de un circuito propio cuando realmente no se desplazaban ni siquiera un centímetro. Alu esbozó una sonrisa triste al ver a los niños y decidió volver a la misma plaza dónde todo había

- Estaba dando una vuelta mientras murmurabais sobre mí. – contestó con naturalidad como si considerara que aquello fuera lo más normal del mundo. – Ahora tengo que irme, tengo que coger un avión.

Dejó allí plantado a Frisix y fue en dirección contraria al paseo marítimo, subiendo una empinada callejuela que por momentos se volvía más inclinada. A la mitad de su camino, a Alu le dieron ganas de ir al baño. Miró hacia abajo, recordando que había visto la señal de baño un poco más abajo. Desde su posición pudo ver las dos señales: Baño para hombres y Baño para enanos. “Estos no son para mi” se decía a sí misma y decidió pasar la siguiente separación de callejuelas inclinadas con la ayuda de sus brazos. Justo al cruzar el umbral siguiente que se encontraba a una inclinación considerable, ahí se encontraba el baño.

Al entrar, parecían unos baños completamente normales. La decoración era un poco antigua y parecía que había sido descuidada desde hacía bastante tiempo. Lo más impresionante era el gran ventanal que había sobre sus cabezas y que les permitía ver el cielo completamente despejado. Entró en el baño más cercano y se dispuso a cambiar el agua al canario. Justo entonces, la puerta se vuelve a abrir y resulta ser Nitsuga el cual andaba buscando a Alu. Ella, que aún estaba un poco ocupada, simplemente le miró esperando cualquier cosa mientras que las otras chicas que habían allí llamaban su atención para que se marchara de los baños de mujeres. Nitsuga, ignorándolas, comenzó a cantar algo que Alu apenas llegaba a comprender. La joven, que ya había acabado de hacer sus necesidades, se colocó bien los pantalones y se acercó a Nitsuga que seguía diciendo cosas sin sentido, pero antes de que pudiera decirle nada, notó un fuerte movimiento de tierra.

Instintivamente, Alu se cogió a una especie de reposabrazos metálico que había en un lateral al igual que las otras personas que se encontraban en aquella sala. Alzó la mirada al techo de cristal y comprobó que sobre ella no estaba el azul del cielo sino el verde de una pradera. Con una gran suavidad siguió moviéndose hasta colocarse otra vez en el sitio, era como si estuviera en un avión que hubiera realizado una pirueta en el aire invocada por su amigo. Una vez estabilizado aquel lugar, Nistuga ya no se encontraba junto a ella, pero no le dio importancia. Salió del baño y se dirigió hacia el norte con intención de coger el avión.

Antes de que pudiera darse cuenta, la joven se encontraba haciendo cola frente a una puerta de madera que se encontraba incrustada al pie de una montaña. Tras llevar mucho tiempo esperando, decidió dar un paseo mientras volvía a ser su turno ya que seguramente habría plaza para todos los que estaban esperando. Bajó a un desnivel que se encontraba a la izquierda de la puerta y se acercó a un pequeño altar de estilo chino. Sobre el pequeño altar de madera oscura y decorados bermellón se hallaban tres placas redondas y metálicas que tenían aspecto de antiguas monedas chinas las cuales tenían en su interior un agujero cuadrado. Sin pensar demasiado en lo que iba a hacer, alzó su pierna y golpeó una de las placas desplazándola hacia la derecha por unas guías hasta colocarla hasta que ya no podía moverse más. Realizó el mismo gesto con las otras dos y tras aspirar aire miró satisfecha su acción y sonrió.

Al volver a la cola de la puerta de madera, ella simplemente sonrió y se dijo a sí misma: “No es el momento”

lunes, 24 de agosto de 2009

Porque las ranas también tienen derecho a besarse

Me encontraba en el pueblo de Campello. Era un día soleado aunque apenas se percibía el calor propio del verano. Frisix, Labret y yo caminábamos por una de las calles principales en dirección a la parada Pla Barraques del tranvía con la intención de dirigirnos a Alicante. A mitad de nuestro camino, encontramos lo que parecía ser una feria de exposición de objetos bastante extraños, entre ellos, una especie de pantalla de televisión que emitía una fuerte luz que consiguió cegarnos mientras cruzábamos su zona. Después de unos pocos minutos, ya nos encontrábamos subiendo por la avenida Alcoy.

- Esa trasto emitía un ruido raro, como un zumbido. ¿no?
- Esa pantalla podría haber explotado, menos mal que nos hemos alejado de esa zona.

Justo tras decir aquellas palabras, se escucha una gran explosión que proviene de la parada de Pla Barraques. Al voltearnos podemos ver como una gran humareda negra asciende hacia el cielo. Pensé que era posible que fuera un ataque terrorista, pero no fue así. Subiendo la misma avenida, pero por la acera de enfrente, un grupo de manifestantes alzaban grandes carteles de tela garabateados con unos dibujos que parecían haber sido hechos por unos niños de 5 años al son de: “Porque las ranas también tienen el derecho de besarse”
Me acerqué a ellos completamente enfadada y me dirigí a los que parecían ser los líderes de aquella estúpida manifestación. Las dos figuras, que resultaron ser unos dibujos en blanco y negro de dos jóvenes de aproximadamente mi edad, me miraron de arriba abajo como si no entendieran el motivo de mi propio enfado.

- ¿Habeis sido vosotros los que han provocado esa explosión? – dije señalando el lugar

- Claro, ¿quién si no? – contestó rebosante de orgullo

- ¿Estáis locos o que os pasa? ¿Creéis que esta es la forma de hacer las cosas? ¿Y sí había gente allí? LAS HABÉIS MATADO POR UNAS PUTAS RANAS. – por extraño que pareciese, no necesitaba recoger aire para seguir gritándoles – Estoy a favor de los animales pero realizar explosiones para llamar la atención como un crío malcriado de 5 años no es la solución. ¿Creéis que así tendréis más razón o que os harán más caso? Lo que sois es una panda de gilipollas insensibles que os preocupan más unos animales que ni siquiera son conscientes de que si quiera de que es besarse.
Una de ellas, que parecía ser la más fuerte se arrimó a su compañera que tenía un peinado muy corto a lo Amelie pero extendido un poco para los lados. Parecía que ella había sido la que había planeado todo aquello. Por mi parte, no tenía muy claro si habían decidido no insistir o es que habían comprendido mis palabras aunque decidí ser un poco más indulgente con ellas.

- Mientras no hagáis más locuras como estas, yo os ayudaré en vuestras manifestaciones. ¿cómo te llamas? – pregunté a la chica que tenía el pelo como Amelie

- Tana Matetsi – dijo mientras se volteaba para marcharse.

- Yo soy….

Hasta en mis sueños tiene que dar por saco

Alu se encontraba frente a la puerta del garaje de su urbanización junto a sus amigos: Nitsuga, Labret, Madamme y Frisix. La joven era reacia a adentrarse en aquel lugar ya que ver la oscuridad que caracterizaba a aquel garaje no le daba confianza, además sentía que algo allí le estaba esperando y que no le iba a resultar nada agradable.

- Vamos, no seas cobarde – recriminó Labret

Sin que Alu pudiera darle contestación alguna, se adentró al garaje desapareciendo en la oscuridad. Los otros dos acompañantes, sin hacer ningún comentario u observación la siguieron. La joven, temerosa de quedarse sola, prefirió acompañarlos al corazón de aquella oscuridad. Al entrar, observó que toda la sala que se extendía mucho más lejos de lo que le permitía ver la desconocida luz azul que iluminaba la estancia. Pero no era sólo una sala, era un nido de tarántulas que habían conquistado todo el garaje. Sus gigantescas telarañas se extendían de un pilar a otro mientras que otras habían usado las esquinas para hacerse su propia fortaleza. Las tarántulas recorrían sus caminos de seda ignorando por completo a los visitantes, como si realmente no hubiera nadie más aparte de ellas. Aquellas criaturas eran de distintos tamaños pero la más pequeña de ellas medía aproximadamente un antebrazo humano.

La joven Alu le tenía (y tiene) pavor a aquellos bichos, el simple hecho de simplemente ver una diminuta araña junto a ella ya le hacía correr despavorida en cualquier dirección mientras se alejara de la aquel bicho de 8 patas. Por suerte, para ella parecía que la ignoraban o habían decidido ignorarla ya que tras mirarla a un par de veces no habían hecho ni siquiera un además de acercarse a ella. Lo único que deseaba era salir de aquel lugar cuanto antes y sin llamar la atención.

- ¡¡Mira Alu!! – gritó Nitsuga

Cuando la joven se volteó, su amigo sujetaba una de aquellas gigantescas tarántulas a apenas 20 centímetros de su rostro. La araña, inquieta y molesta por estar atrapada, movía sus patas peludas con el deseo de librarse de sus ataduras mientras movía lo que parecía ser su boca como si estuviera llamando a las demás para que la socorrieran. Alu, tras dar un grito ahogado para no llamar la atención de las compañeras de aquel bicho miró a Nitsuga con enfado.
“Hasta en mis sueños tienes que dar por saco”- pensó

Curiosidad
A pesar del aspecto de las arañas, en el diccionario de los sueños explican que las arañas que soñar con arañas implica:

"Si sueña que tiene un montón de arañas colgando de su tela a su alrededor, es un augurio buenísimo y favorable para Vd.. Le anuncia la llegada de abundancia, riqueza, posición social y amigos a su alrededor.
Soñar que tiene frente a Vd. una araña enorme, significa que conseguirá enriquecerse rápidamente, a menos que se relacione con gente de dudosa reputación."

Picaduras de abejas

Ella no sabía muy bien que hacía en aquel lugar, aunque era mejor decir que ni siquiera era consciente del lugar en el que se encontraba. Incluso tampoco era importante el tiempo ni con quién estaba. Lo único que sentía era un dolor punzante en la cara. Estaba de pie, eso si que lo recordaba, aunque bien pensado tampoco era un dato importante a tener en cuenta. Lo que si que era extraño es que no pudiera mover los pies, como si sus zapatos juntos a sus pies hubieran sido enterrados en el propio cemento. Pero visto por otro lado, ella tampoco hacía esfuerzos por escapar, seguramente porque sabría a la perfección que en aquella situación no serviría de nada correr.

Poco a poco, dando como saltos una visión externa se acercaba a su rostro en distintos planos audiovisuales. De un plano general, donde se podía ver el cuerpo de la joven con una ropa cualquiera, seguido de un plano medio dónde se podía apreciar en una primera estancia una extraña situación hasta un primer plano dónde se veía a unas abejas que parecían haber surgido de la propia barbilla y del labio inferior de la joven. Las abejas se retorcían deseosas de salir de su prisión ya que la mitad de su cuerpo permanecía dentro de la piel de la joven. Era como cuando se funde dos partes de una vela y se volvieran a unir. Ella, intentó quitarse aquellas abejas de su rostro que le producían – no tanto como dolor porque habría despertado – una molestia que comenzaba a agobiarle. Pero parecía inútil. No se libraría de ellas así.


Curiosidad

En el diccionario de los sueños, hay una interpretación sobre las abejas. Éstos insectos son considerados como una de las criaturas más trabajadoras. Por ello, el hecho de que las abejas me estén picando– por llamarlo de alguna forma- significa que se ha dejado de lado deberes y responsabilidades importantes o exigidas.

Curiosamente, en un par de semanas debía entregar un trabajo importante de investigación para una asignatura de la universidad que había dejado de lado durante todo el trimestre.

jueves, 12 de febrero de 2009

Misión de asesinato

Alu se encontraba en una sala repleta de científicos debata blanca. La sala era muy oscura, apenas la iluminaba con la luz de los ordenadores y dos pequeños flexos. El que parecía ser el líder de aquel grupo llamó a la joven para que se acercara a una extraña máquina. Aquel aparato tenía una gran pantalla oscura y en ella había dibujada un contorno humano que giraba sobre sí mismo.

- Quiero enseñarte lo que hemos descubierto. Pon la mano aquí - El hombre señaló una placa metalizada.

La joven colocó la mano en la placa y sintió como un pequeño pinchazo que le hizo apartar la mano. Él tras haber captado la información que necesitaba, tecleó unos datos en el ordenador. Una vez que acabó, volvió a mirar a Alu con seriedad mientras se volvía a colocar las gafas.

- Éste es el descubrimiento de un programa informático que han creado. Esto es lo que es capaz de hacer...

Una especie de onda comenzó a recorrer el cuerpo de Alu. Por momentos se hacía cada vez más intenso. Notó como le golpeaba su cabeza una y otra vez. Tal era el dolor que le costaba muchísimo moverse pero consiguió llevarse las manos a las sienes. Entonces, el hombre dio la orden al ordenador para que se detuviera y por lo tanto el dolor cesó.

- Cada persona emite una frecuencia de ondas distinta. Por lo que, si se registra ésta frecuencia se puede controlar su potencia tanto como para aumentarla o reducirla. Con ésto, se podría asesinar a cualquier persona sin dejar rastro alguno. - hizo una breve pausa para comprobar si había prestado atención a sus palabras - Es por eso que se te ha contratado. Debes asesinar al inventor de éste aparato.

Acto seguido, Alu se encuentra en otro lugar. Es una zona rural, el sol se había ocultado hace ya unas horas; y una fuerte lluvia cae en la región. Cuando está dispuesta entrar en una posada, se percata de que una sombra se ha introducido en el bosque que se encuentra a un lateral de la posada. Con agilidad y sigilo, persigue a aquella sombra hasta adentrarse algunos metros en la espesura.

Bajo aquella arboleda, no llueve. Son tantas sus ramas y follaje, que ni una gota consigue llegar al suelo cubierto de pinocha. Alu levanta la mirada y encuentra, sentado sobre un muro, a un viejo conocido. Con cabellos largos, como el primer día que le conoció, su cuerpo delgado y fibrado, sin duda alguna para ella era Riku. Ella se acercó y se sentó a su lado.

- ¿Qué haces aquí?
- Estoy de misión, tengo que acabar con un asesino

Aquello sorprendió a Alu no esperaba que él también fuera un mercenario. Pero eso no era lo único que le pareció gracioso. Ellos, se habían conocido hacía mucho tiempo; habían compartido varias aventuras y se podría decir que se se habían convertido en buenos amigos. Y ahora, tiempo después sin verse, Riku debía acabar con la vida de Alu.

El joven parecía estar intentando liar lo que parecía una especie de porro pero sin tabaco ni nada por el estilo, sólo el papel. Alu, con toda seguridad y confianza, lo cogió y le ayudó a enrollarlo.

martes, 3 de febrero de 2009

Presencia

Alu lleva mucho rato dando vueltas en la cama, no consigue conciliar el sueño. Se pregunta cuántas veces habrá cerrado los ojos y los habría vuelto a abrir. El tiempo parece estar estancado en un segundo eterno.

La joven vuelve a cerrar los ojos esperando que aquella vez consiga dormirse, pero entonces una sensación ya conocía por ella se distribuye por todo su cuerpo. Siente que su cuerpo está dormido, experimentaba un hormigueo que le recorre de arriba a abajo. No era la primera vez, el problema es que no entendía porqué había vuelto... aquella pesadilla.

"Era cuando estaba en Castellón estudiando en la universidad de Jaume I. Me encontraba en mi habitación dando vueltas en una cama muy estrecha. Ya debía ser muy tarde porque recordaba haberme ido a dormir a medianoche e intuía que ya llevaba mucho tiempo entre aquellas sábanas. Miles de cosas me pasaban por la cabeza: el futuro, el presente, el pasado, la sensación de soledad... Todo se había mezclado en una especie de pelota que no paraba de votar de un lado para otro en mi cabeza En un último intento, decido cerrar los ojos; olvidarme de todo y dormir.

Y fue entonces, cuando una extraña sensación comienza a subir desde mi pies lentamente hacia mi cabeza. Era el cosquilleo típico que se produce cuando se te duerme un miembro de tu cuerpo. Intento mover las piernas, pero no puedo. Era como si aquel hormigueo se hubiera apoderado de mí. Más rápido de lo que yo esperaba, me recubre todo el cuerpo, como si miles de hormigas me estuvieran mordiendo. Entonces noto que mis brazos, que se encontraban en forma de cruz sobre mi pecho, pesan demasiado, como si fueran un yunque. Con todas mis fuerzas y desesperación consigo librar a mis brazos de aquella fuerza invisible aunque de repente, como si alguien quisiera impedir mi huída, vuelve a empujarlos sobre mi cuerpo proporcionando un fuerte golpe sobre mi pecho. En ese momento, me desperté. Tan sólo había sido una pesadilla.

Después de levantarme y beber un poco de agua para tranquilizar los nervios, decido volver a intentarlo. Me acuesto en mi cama y apago la luz. Al cabo de unos minutos vuelvo a sentir el mismo hormigueo. Intento moverme, pero me es imposible, ahora aquella sensación es mucho más rápida. Intento liberarme con todas mis fuerzas pero no consigo nada. Comencé a sentir ansiedad aún sabiendo perfectamente que era un sueño porque no podía liberarme. Entonces, una presión más intensa abraza mis tobillos y lentamente me estira hacia abajo, hacia los pies de la cama. Puedo sentir como mi mejilla roza la sábana con aquel movimiento. Histérica me muevo y grito hacia lo que me está arrastrando. Y vuelvo a despertar.

Estoy sudando, unas tímidas lágrimas salen de mis ojos debido al pánico que había sentido. ¿Cómo un sueño puede ser tan cruel? No me podía mover, no me podía defender. Totalmente débil contra "aquello". Tras pasar un par de horas con la luz encendida y sintiéndome un poco mejor, vuelvo a intentar dormirme. Apago la luz y me escondó bajo el edredón. Al cabo de unos pocos minutos, aquella sensación de hormigueo vuelve y se extiende rápidamente por mi cuerpo.

Intento despertarme, pero al igual que las veces anteriores no puedo. Me mantengo inmóvil en mi cama, en mi propia habitación. Intento mantener la calma, concentrarme en mi. Mi cuerpo, mis dedos, mis piernas, mis pies. Obvio las miles de hormigas que intentan atormentarme y comienzo a mover mis extremidades con dificultad, pero ya son libres de aquella fuerza misteriorsa. Cuando vuelvo a tener libres los brazos y consigo levantarlos, vuelven a ser estampados contra mi pecho formando una cruz como si fuera un faraón.

Ahora, no sentí que me estiraran de las piernas, si no del punto donde estaban en contacto mis dos brazos en cruz. Una parte de mi cuerpo se erguía sin oponer resistencia alguna. Vuelvo a intentar liberarme pero me es imposible. Entonces decido despertarme. Me concentro en mí misma cerrando los ojos y cuando intento abrirlos me cuesta, como si alguien estuviera controlando mis párpados. Completamente decidida, intento abrirlos. Cuando consigo subir un poco mis párpados, compruebo que mi rostro está mirando hacia un lado y en ese lado, una presencia se encontraba a mi lado. Una figura humana, oscura, que no consigo discernir.

En mi habitación hay alguien."

Alu ya había luchado contra aquella sensación de hormigueo y sabía perfectamente como librarse: confiar en sí misma. Rápidamente se libra de la presión y sonrie satisfecha, notaba que era más fuerte. Pero entonces algo extraño sucede. La sensación de hormigueo no vuelve, encambio siente que no puede respirar. No consigue respirar por la nariz y cuando intenta abrir la boca para aspirar tampoco puede. Es como si no tuviera pulmones. Nota por unos instantes como si se estuviera ahogando en una piscina. Intentando mantener la calma, Alu se concentra en sí misma de nuevo, ante todo en su pecho. A los pocos segundos, vuelve a despertar, de nuevo en su habitación de su ciudad natal. Había pasado aquella pesadilla tan real, lo que no entendía es porqué había vuelto.

martes, 27 de enero de 2009

Los guerreros de la piedra de Luna

Es un lugar muy extraño. Una gran casa formada por cristales de un color azul celeste mate. Una gran multitud se encuentra en la sala principal provocando un murmullo que resulta un poco molesto. Alu, que se encontraba en medio de toda aquella gente, intentando encontrar el motivo por el cual se encuentra en aquel lugar.

De repente, un pequeño hombre, con una especie de bata de colores blancos y dorados hace su aparición sobreuna tarima que se encuentra en un lado de la sala. Su entrada produjo un profundo silencio que tan sólo era roto por el llanto de algún bebe que se oía al fondo de la sala. Tras realizar un largo discurso sobre la piedra de Luna - que parecía ser una joya muy apreciada e importante - el hombre señaló entre el público a Alu y le indicó que le siguiera a la sala de los guerreros.

Tras seguir los pasos de aquel portavoz, de gafas grandes y redondas y aspecto corpulento, llega a una sala principal dónde se encuentra una especie de princesa. La joven, estaba dormitando sobre una especie de cama del mismo material que toda la casa. El portavoz, aclaró a Alu, que ella era la dueña de la Piedra de Luna y que el deber de los guerreros era protegerla hasta que pasara su poder a otra persona.

Después de aquella explicación, acompañó a Alu a una sala contigua a la de los aposentos de la supuesta princesa de la piedra de Luna. Allí se encontraban dos caballeros, una mujer delgada y morena pero de una estatura envidiable y un hombre con aspecto desarreglado y con sus cabellos recogidos en una larga coleta.

Ambos permanecían sentados en un asiento que cubría el habitáculo cilíndrico. Con gesto preocupado y asqueado. Parecía que ellos estuvieran atados en una prisión de cristal celeste. La mujer, completamente cansada de estar allí esperando, decide irse no sin antes transformarse en una águila que desaparece por la gran puerta.

El hombre, preocupado por ella, se transforma en un gran lobo grisáceo y la persigue por los pasillos. Justo en ese momento, estando sentada en aquel duro y frio asiento de piedra celeste, Aoi se percata que está rodeada de elementos electrónicos como si hubiera entrado en una tienda especializada. Entre todos los objetos, uno le llama la atención, resultando ser una impresora multifunción que tan sólo valía 20 euros.


Joder... Por ese precio si que me compraría una...

Tras aquel comentario, desaparece de la sala para aparecer en su propia habitación.

martes, 20 de enero de 2009

Las dos fantasías

En esta ocasión, Alu se encuentra en un habitación muy iluminada. La estancia estaba decorada con colores claros que transmitían calor y unas cuantas literas se encuentran pegadas a las paredes. La joven se levanta y se dirige hacia la puerta con intención de dar una vuelta pero antes de llegar a cruzar el umbral, una joven oriental se interpone en su camino. Sus cabellos son castaños y sus ojos tienen rasgos japoneses con un toque occidental.

Alu, interesada por aquella joven, entra de nuevo en la habitación y comienzan a hablar entre ellas. Descubre que la joven oriental esta de viaje por el mundo por sus deseos de conocer las distintas ideologías, además tiene un aire aventurero y su trabajo consiste en ser monitora de escalada.

Al cabo de unos minutos hablando, Frisix aparece en los aposentos con aire relajado y alegre. Alu se levanta y le comenta al chico que aquella oriental le atrae y que el sentimiento es mutuo entre ellas; por lo que le propone un trio. El joven, tras mirar a la joven oriental volvió su mirada a Alu y aceptó la propuesta.

Ambos se acercan a la oriental y se sientan sobre una de las literas que, misteriosamente, tiene un tamaño adecuado para que los tres puedan estar acostados. Frisix se encuentra enmedio de ambas mujeres que empiezan a besarle por la mejilla y van recorriendo lentamente su cuello con dulces besos mientras las manos de las chicas se rozan con cierta timidez. Con suavidad, se dejan caer en la cama mientras las acaricias cada vez son más atrevidas.

La joven comienza a levantar la camiseta de la oriental, notando con la yema de sus dedos su suave y tersa piel. Por otro lado, la oriental comienza a desabrochar los vaqueros de Frisix el cual respira agitadamente y deja escapar algún tímido gemido.

Alu siente un escalofrío por todo su cuerpo.

Sus piernas le tiemblan, pero no sabe si es por nerviosismo, excitación o por ambos sentimientos a la vez. Siente por momentos que desea con fervor pasar a la siguiente base. No puede contener su anhelo en descubrir un campo desconocido para ella y en cumplir sus dos fantasías: hacer un trio y acostarse con una japonesa.

Finalmente se decide.

Mientras la oriental besa en los labios a Frisix, Alu decide adentrar su mano a un campo conocido pero forastero. Le queda poco para llegar; puede sentir el calor que emiten sus partes más íntimas, como si fuera un volcán a punto de estallar. La joven oriental deja escapar un gemido de placer, parece que ella también se encuentra en el mismo grado de excitación que Alu.

Entonces, una voz se escucha a lo lejos. La oriental, nerviosa, rompe el ambiente levantándose y colocándose bien la ropa para luego salir corriendo al exterior. Parecía que su compañera de viaje habia llegado al fin al albergue. Por su parte, Alu deja escapar un soplido de fastidio mientras mira hacia arriba, había estado tan cerca que en aquel momento lo único que siente es rabia e impotencia. Frisix, encambio, se gira hacia la joven y le acaricia el estómago para animarla.

- No te agobies... Yo no era capaz de seguir adelante

A pesar de aquellas palabras, Alu sigue un tanto resentida. Incluso en el mundo de los sueños no todas las fantasías se cumplen.


jueves, 15 de enero de 2009

Corea y los termoplásticos

Alu camina entre una multitud de gente y se separa de ella hasta llegar a un estrecho de rocas que flotan sobre el mar. Al final de aquel camino hay una pequeña casa de dos pisos rodeada por un muro de piedras gastadas por la sal del mar.

Al cruzar el muro de piedra llega a un pequeño jardín dónde habitan unas cuantas gallinas que andan en busca de comida. Una mujer mayor de rasgos occidentales, pero de apariencia joven y de personalidad vivaz se acerca a Alu. La mira un poco asustada de arriba a abajo y después de decirle que no están en venta las gallinas le invita amablemente a irse de aquel lugar.

Una vez fuera de aquella casa se mira las manos extrañada. Entonces se da cuenta de que son mucho más grandes que las que ella recordaba. En ese instante, cambia de plano y puede verse desde fuera. Ella se encontraba dentro de un cuerpo de varón y no de uno cualquiera, sino el de su amigo Germi. Alto, de espalda marcada y complexión normal, cabellos cortos y claros y unos ojos azules. Va vestido a lo Indiana Jones, pantalones marrones holgados y una camiseta ajustada de color verde. Sobre ésta una chaqueta también de color tierra y un gorro propio de un aventurero. En ese momento vuelve al interior del cuerpo de su amigo y recuerdo porqué esta ahí, debe investigar para su próximo artículo.

Vuelve de nuevo al centro de la ciudad, donde se haya toda la multitud. Tras cruzar un inmenso portal, llega a una especie de mercad. Varias casetas se alzan junto a las paredes grises y desgastadas de aquella inmensa sala. Algunas paredes estaban cubiertas por tapices de llamativos colores y el ambiente estaba sobrecargado de incienso. El lugar le recordaba a los típicos mercados turcos, dónde los mercaderes intentan llamar la atención para que te interesaras por sus productos.

Pero algo era distinto a los mercados turcos... Y era que los vendedores eran Coreanos con trajes propios de los Isralíes de la época. Pantalones anchos oscuros y camisas claras holgadas. Alu paseó por la plaza, esquivando a la gente que iba y venía pero derepente se despierta en otro sitio. Una especie de hosptital de campaña.

Las camas estaban formadas por un simple trozo de tela tensada con dos varrotes metálicos. Las camas se encontraban pegadas a las paredes para permitir la rapidez de acceso a todos los enfermos que se hayaban en la oscura y fría habitación. Alu se incorpora y mira sus manos, parece que ha vuelto a su propio cuerpo, pero sigue estando en el mismo sitio ya que los enfermeros son Coreanos. Entonces, uno de los sanitarios se acerca a Alu y le deja ante ella una especie de sopa rojiza semi-transparente, como si fuera gelatina recién hecha y que no ha sido metida en el refrigerador.

Antes de que el enfermero se fuera, Alu le coge la muñeca y le pregunta porqué se encuentra en ese lugar. El joven le contesta en Coreano y hace el amago de marcharse pero Alu no se lo permite e insiste. De nuevo, Alu contempló la escena desde el punto de vista de una tercera persona y puede ver como ella misma le sujeta el brazo al enfermero Coreano que sigue hablando en su idioma natal. Pero con una diferencia.

En la parte inferior de su visión puede ver unos subtítulos en blanco:
"Tienes falta de termoplásticos en tu organismo y vas a morir"

Otra vez, vuelve a su cuerpo y tras unos segundos de confusión, se despierta nuevamente en el mundo real.
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