martes, 3 de febrero de 2009

Presencia

Alu lleva mucho rato dando vueltas en la cama, no consigue conciliar el sueño. Se pregunta cuántas veces habrá cerrado los ojos y los habría vuelto a abrir. El tiempo parece estar estancado en un segundo eterno.

La joven vuelve a cerrar los ojos esperando que aquella vez consiga dormirse, pero entonces una sensación ya conocía por ella se distribuye por todo su cuerpo. Siente que su cuerpo está dormido, experimentaba un hormigueo que le recorre de arriba a abajo. No era la primera vez, el problema es que no entendía porqué había vuelto... aquella pesadilla.

"Era cuando estaba en Castellón estudiando en la universidad de Jaume I. Me encontraba en mi habitación dando vueltas en una cama muy estrecha. Ya debía ser muy tarde porque recordaba haberme ido a dormir a medianoche e intuía que ya llevaba mucho tiempo entre aquellas sábanas. Miles de cosas me pasaban por la cabeza: el futuro, el presente, el pasado, la sensación de soledad... Todo se había mezclado en una especie de pelota que no paraba de votar de un lado para otro en mi cabeza En un último intento, decido cerrar los ojos; olvidarme de todo y dormir.

Y fue entonces, cuando una extraña sensación comienza a subir desde mi pies lentamente hacia mi cabeza. Era el cosquilleo típico que se produce cuando se te duerme un miembro de tu cuerpo. Intento mover las piernas, pero no puedo. Era como si aquel hormigueo se hubiera apoderado de mí. Más rápido de lo que yo esperaba, me recubre todo el cuerpo, como si miles de hormigas me estuvieran mordiendo. Entonces noto que mis brazos, que se encontraban en forma de cruz sobre mi pecho, pesan demasiado, como si fueran un yunque. Con todas mis fuerzas y desesperación consigo librar a mis brazos de aquella fuerza invisible aunque de repente, como si alguien quisiera impedir mi huída, vuelve a empujarlos sobre mi cuerpo proporcionando un fuerte golpe sobre mi pecho. En ese momento, me desperté. Tan sólo había sido una pesadilla.

Después de levantarme y beber un poco de agua para tranquilizar los nervios, decido volver a intentarlo. Me acuesto en mi cama y apago la luz. Al cabo de unos minutos vuelvo a sentir el mismo hormigueo. Intento moverme, pero me es imposible, ahora aquella sensación es mucho más rápida. Intento liberarme con todas mis fuerzas pero no consigo nada. Comencé a sentir ansiedad aún sabiendo perfectamente que era un sueño porque no podía liberarme. Entonces, una presión más intensa abraza mis tobillos y lentamente me estira hacia abajo, hacia los pies de la cama. Puedo sentir como mi mejilla roza la sábana con aquel movimiento. Histérica me muevo y grito hacia lo que me está arrastrando. Y vuelvo a despertar.

Estoy sudando, unas tímidas lágrimas salen de mis ojos debido al pánico que había sentido. ¿Cómo un sueño puede ser tan cruel? No me podía mover, no me podía defender. Totalmente débil contra "aquello". Tras pasar un par de horas con la luz encendida y sintiéndome un poco mejor, vuelvo a intentar dormirme. Apago la luz y me escondó bajo el edredón. Al cabo de unos pocos minutos, aquella sensación de hormigueo vuelve y se extiende rápidamente por mi cuerpo.

Intento despertarme, pero al igual que las veces anteriores no puedo. Me mantengo inmóvil en mi cama, en mi propia habitación. Intento mantener la calma, concentrarme en mi. Mi cuerpo, mis dedos, mis piernas, mis pies. Obvio las miles de hormigas que intentan atormentarme y comienzo a mover mis extremidades con dificultad, pero ya son libres de aquella fuerza misteriorsa. Cuando vuelvo a tener libres los brazos y consigo levantarlos, vuelven a ser estampados contra mi pecho formando una cruz como si fuera un faraón.

Ahora, no sentí que me estiraran de las piernas, si no del punto donde estaban en contacto mis dos brazos en cruz. Una parte de mi cuerpo se erguía sin oponer resistencia alguna. Vuelvo a intentar liberarme pero me es imposible. Entonces decido despertarme. Me concentro en mí misma cerrando los ojos y cuando intento abrirlos me cuesta, como si alguien estuviera controlando mis párpados. Completamente decidida, intento abrirlos. Cuando consigo subir un poco mis párpados, compruebo que mi rostro está mirando hacia un lado y en ese lado, una presencia se encontraba a mi lado. Una figura humana, oscura, que no consigo discernir.

En mi habitación hay alguien."

Alu ya había luchado contra aquella sensación de hormigueo y sabía perfectamente como librarse: confiar en sí misma. Rápidamente se libra de la presión y sonrie satisfecha, notaba que era más fuerte. Pero entonces algo extraño sucede. La sensación de hormigueo no vuelve, encambio siente que no puede respirar. No consigue respirar por la nariz y cuando intenta abrir la boca para aspirar tampoco puede. Es como si no tuviera pulmones. Nota por unos instantes como si se estuviera ahogando en una piscina. Intentando mantener la calma, Alu se concentra en sí misma de nuevo, ante todo en su pecho. A los pocos segundos, vuelve a despertar, de nuevo en su habitación de su ciudad natal. Había pasado aquella pesadilla tan real, lo que no entendía es porqué había vuelto.

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