martes, 24 de noviembre de 2009

Otro punto de vista

Alu mira a su alrededor, y se siente diminuta entre toda aquella maquinaria. El estruendo de los metales le perturba e incómoda. Entonces, aparece junto a ella un ser de su mismo tamaño; una rata de laboratorio caracterizada por un pelaje grisáceo. Ésta le hacía señales indicándole que le siguiera por un recorrido dinámico parecido a unas escaleras mecánicas. Alu se siente confusa ante toda aquella situación, pero la verdad se revela ante ella cuando se mira a sí misma reflejada en un espejo que se encuentra a su derecha. Ella también es una rata de laboratorio.

Ahora entendía por qué se sentía tan confusa y perdida. Aún así, tenía claro que no podía quedarse en aquel lugar, a pesar de su condición debía seguir adelante y buscar una salida en aquel extraño laberinto metálico. Su compañero que parece aún más decidido que ella, recorre con agilidad el primer tramo de placas dinámicas. Tras unos segundos de indecisión, Alu se lanza en la dirección en que lo ha hecho su amigo y sin problemas consigue atravesar el primer tramo. Con orgullo, decide seguir su camino. Nada podía interponerse entre ella y su libertad.

Tarántula roja

Iba caminando por la calle perpendicular a su hogar. Por el camino, una molesta tarántula se movía su alrededor agitada, llamando totalmente su atención. A pesar de ser tan inferior a Alu, ésta evita por todos los medios pisarla. Aquel arácnido negro y rojo le recordaba algo y quizás por ello eludía constantemente la posibilidad de dañar la. Aún a pesar de los esfuerzos de la joven por no herirla, aquel ser seguía corriendo entre sus pasos interfiriendo en su paseo.

Un tanto molesta, al final decidió cogerla. Se agachó y con las manos tanteó la zona para poder atraparla. Entonces ágilmente, la alza cual pluma caída pero cuando alcanza cierta altura la tarántula se transforma en un perro labrador negro que Alu rápidamente reconoce. Es su mascota, una mestiza de labrador muy cariñosa y tranquila. La acaricia como puede, pero sus brazos se cansan con facilidad. La deja cuidadosamente en el suelo, pero nada más tocarlo vuelve a su forma original; la tarántula negra y de pelaje rojizo.

La joven retoma el camino, pero aquella criatura vuelve de nuevo a las andadas. Corre alrededor de sus pies, interfiriendo en cada paso que la joven decide tomar. Poco a poco su paciencia se va agotando y cada vez siente menos compasión por aquella molesta criatura.

La puerta de madera

La joven se encontraba cerca de la costa. No sabía exactamente dónde, pero podía oler desde su posición la fragancia del mar mientras a lo lejos se podía oír un pequeño murmullo que para ella resultaba relajante. Tras dar un par de profundas respiraciones, Frisix se acercó a ella con una gran sonrisa en la cara y le cogió ambas manos levantándolas un poco.

- He conseguido el trabajo – el joven desbordada felicidad por los poros de su piel – y además tú también podrás trabajar conmigo.

Alu miró hacia un su izquierda buscando las palabras adecuadas para no apagar aquella alegría. Conocía el trabajo y sabía que no encontraría nada mejor, pero decidió ser sincera ya que sabía que aquella cualidad le gustaba a él.

- Lo siento. Pero me gustaría trabajar en algo de lo que he estudiado. – dijo mientras le soltaba las manos.

Tras aquellas palabras Frisix se alejó en busca de consejo de Mom mientras Alu se quedaba quieta en medio de la gran plaza blanca observando lo que ocurría. No sabía porqué pero se sentía triste y apagada. No tenía ánimos para hacer absolutamente nada, era como si algo hubiera absorbido toda su energía y tan sólo hubiera dejado restos dentro de un débil recipiente. Cansada de ver como Frisix la oteaba en busca de alguna señal o indicio para poder hacer desaparecer aquel aire taciturno que la dominaba, decidió dar una vuelta por la ciudad blanca.

Bajó una calle cercana y llegó a lo que sería el paseo marítimo de aquella ciudad. Tras bajar unos pequeños escalones se quedó parada frente a una familia que jugaba con unos pequeños triciclos. La familia, compuesta por dos niños pequeños y un adulto pedaleaban con energía mientras simulaban que estaban dando cerrados giros de un circuito propio cuando realmente no se desplazaban ni siquiera un centímetro. Alu esbozó una sonrisa triste al ver a los niños y decidió volver a la misma plaza dónde todo había

- Estaba dando una vuelta mientras murmurabais sobre mí. – contestó con naturalidad como si considerara que aquello fuera lo más normal del mundo. – Ahora tengo que irme, tengo que coger un avión.

Dejó allí plantado a Frisix y fue en dirección contraria al paseo marítimo, subiendo una empinada callejuela que por momentos se volvía más inclinada. A la mitad de su camino, a Alu le dieron ganas de ir al baño. Miró hacia abajo, recordando que había visto la señal de baño un poco más abajo. Desde su posición pudo ver las dos señales: Baño para hombres y Baño para enanos. “Estos no son para mi” se decía a sí misma y decidió pasar la siguiente separación de callejuelas inclinadas con la ayuda de sus brazos. Justo al cruzar el umbral siguiente que se encontraba a una inclinación considerable, ahí se encontraba el baño.

Al entrar, parecían unos baños completamente normales. La decoración era un poco antigua y parecía que había sido descuidada desde hacía bastante tiempo. Lo más impresionante era el gran ventanal que había sobre sus cabezas y que les permitía ver el cielo completamente despejado. Entró en el baño más cercano y se dispuso a cambiar el agua al canario. Justo entonces, la puerta se vuelve a abrir y resulta ser Nitsuga el cual andaba buscando a Alu. Ella, que aún estaba un poco ocupada, simplemente le miró esperando cualquier cosa mientras que las otras chicas que habían allí llamaban su atención para que se marchara de los baños de mujeres. Nitsuga, ignorándolas, comenzó a cantar algo que Alu apenas llegaba a comprender. La joven, que ya había acabado de hacer sus necesidades, se colocó bien los pantalones y se acercó a Nitsuga que seguía diciendo cosas sin sentido, pero antes de que pudiera decirle nada, notó un fuerte movimiento de tierra.

Instintivamente, Alu se cogió a una especie de reposabrazos metálico que había en un lateral al igual que las otras personas que se encontraban en aquella sala. Alzó la mirada al techo de cristal y comprobó que sobre ella no estaba el azul del cielo sino el verde de una pradera. Con una gran suavidad siguió moviéndose hasta colocarse otra vez en el sitio, era como si estuviera en un avión que hubiera realizado una pirueta en el aire invocada por su amigo. Una vez estabilizado aquel lugar, Nistuga ya no se encontraba junto a ella, pero no le dio importancia. Salió del baño y se dirigió hacia el norte con intención de coger el avión.

Antes de que pudiera darse cuenta, la joven se encontraba haciendo cola frente a una puerta de madera que se encontraba incrustada al pie de una montaña. Tras llevar mucho tiempo esperando, decidió dar un paseo mientras volvía a ser su turno ya que seguramente habría plaza para todos los que estaban esperando. Bajó a un desnivel que se encontraba a la izquierda de la puerta y se acercó a un pequeño altar de estilo chino. Sobre el pequeño altar de madera oscura y decorados bermellón se hallaban tres placas redondas y metálicas que tenían aspecto de antiguas monedas chinas las cuales tenían en su interior un agujero cuadrado. Sin pensar demasiado en lo que iba a hacer, alzó su pierna y golpeó una de las placas desplazándola hacia la derecha por unas guías hasta colocarla hasta que ya no podía moverse más. Realizó el mismo gesto con las otras dos y tras aspirar aire miró satisfecha su acción y sonrió.

Al volver a la cola de la puerta de madera, ella simplemente sonrió y se dijo a sí misma: “No es el momento”

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